Desde siempre, he sentido una profunda vocación por el cuidado de los demás, lo que inicialmente me llevó a estudiar Fisioterapia. Al terminar la carrera y comenzar a ejercer, me di cuenta de que, aunque aplicaba protocolos y técnicas adecuadas, en muchos casos no era suficiente para favorecer el progreso de mis pacientes, sentía que había algo que estancaba su recuperación.

Además, en el trabajo diario, observaba que muchas personas, al tumbarse en la camilla, experimentaban una necesidad de hablar y compartir sus emociones. Fue entonces cuando entendí que el cuerpo guarda historias más allá del dolor físico, y que para sanar por completo era necesario atender también ese puente invisible entre el cuerpo y la mente.

Motivada por esta inquietud, decidí formarme en Psicología, con el objetivo de abordar a las personas desde una perspectiva más amplia e integradora. Este camino me ha permitido profundizar en la conexión entre lo físico y lo emocional, entendiendo que la verdadera sanación ocurre cuando ambos aspectos se tratan de forma conjunta.